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Ceshire

Magenta

Magenta Decir magenta es transportarme
al precipicio de tus manos,
al abismo y a esa garra
ofreciéndome el orbe
de tu lengua y de tu boca:
¿Entonces sera flaqueza?
Pensar magenta es convocar
cómplices soledades
que entre dos dan esta urgencia
de piel extasiada
y de alma insatisfecha.

Se hace la penumbra,
te haces tú a mis espaldas
y un arcángel rubio anuncia
un prodigio de esperanza.
Deshelas el ojo en mi frente,
floreces lotos en mi vientre,
tatuas el triángulo invertido
de tus manos en mi pecho.
Me dejas la tímida certeza
de saberme más que el resto
pero menos que la mayoría.

Querer así debería estar prohibido.

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