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Ceshire

Rueda, tres

Rueda, tres

3.
Esa noche soñé con mi madre. La soñé joven y alegre, con el cabello azulado y negro. Le caía en bucles sobre un vestido de hilo claro. Deshojaba rosas blancas y contaba los pétalos. -¿De qué me sirven si no me duelen? -se reía. Miré el suelo y vi que los pétalos estaban manchado de sangre. Vi sus dedos enganchados de espinas. Quise detenerla, sonrió, parecía sincera y feliz. -Escucha las señales -dijo, y desde la nariz le nació un repugnante pico negro, luego se llenó de plumas oscuras y opalescente hasta que vi que toda ella estaba transformada en un espantoso cuervo que me buscaba los ojos a picotazos. Rehuyéndole corrí hasta un despeñadero, caí, rodé, me sorprendió un dolor agudo en el costado, luego el sabor salado del mar, sentí que respiraba agua.

Desperté bañado en gotitas de sudor. Al amanecer revise mi agenda y le dije a mi secretaria Lolita que reacomodara todas mis citas, que me tomaría unas vacaciones de un mes. Hacía más de once años que no faltaba al trabajo ni tomaba vacaciones. Lolita, que comía un bocadillo, dejó de masticar y me miró desconcertada, -¿y bien? ¿qué carajo espera? -instigué molesto. Debió sonar como un insulto porque su cara se puso roja como un ají. Jamás le había hablado así. Una ira profusa me invadió. De repente tenía coraje con Lola, con Norma, con Mario, con mi madre, con Charlie y hasta con la dueña del restaurán. Rápido caí en cuenta de que el odio que acunaba mi alma, tenía nombre, el mío. Salí de la oficina y me metí en el Café La Triqueta . Pedí un whisky con limón, luego otro, y otro más. Necesitaba disipar el odio. Para cuando dieron las once de la mañana ya yo había bebido demasiado.

Sonó la campanilla de la puerta y entró al café una linda niña de unos siete años. Era pecosa y pizpireta como un cachorro de leopardo. Estaba vestida de bailarina con el pelo hecho una dona y traía una libreta y crayones. Me recordó una de esas figuras Yadró que mi madre coleccionaba sobre el mueble del televisor. Busqué un guardián o una mamá que acompañara a la chiquilla, extrañamente vi que estaba sola. Dando saltitos de ballet la niña llegó hasta mi, dos preciosos hoyuelos enmarcaban su alegre sonrisa; hizo un gran esfuerzo y escaló hasta el tope del taburete contiguo al mío, entonces, expresiva, me miró como sorprendida por su hazaña. Traté de ignorarla; pero ella, molesta, comenzó a patear el mostrador. Pensé con amargura que yo no era quién para jugar al papá. -bien bien bien... -dijo y comenzó a garabatear en su libreta con tanta fuerza que hizo temblar mi trago. -bien bien bien... -repitió, desbordándolo sobre la mesa. Al saberse evitada optó por observarme y sentí que su mirada era una lupa agigantando todos mis defectos para luego quemarme como a un insecto. La miré molesto y la regañé: -Nadie te ha dicho que es de mal gusto quedársele viendo a la gente. Entonces bajó los ojos, y su peinado de mujer vieja hizo un terremoto al compás de su manita de dibujante. -Para ti, -dijo, arrancando una página garabateada de su cuaderno. "Un garabato de felicidad", leí, e inmediatamente se me soltó una lágrima. -Llorar no sirve, -pronunció. Entonces su carita de niña buena se volvió de agua. Sentí que su esencia infantil me empapaba las facciones. Entonces vi a Charlie con un vaso vacío en la mano y caí en cuenta de que acababa de vaciármelo encima. -¿Qué te pasa? ¿Te volviste loco? ¿desde cuándo salimos a emborracharnos a mitad del día? -Quise responderle pero no me salieron las palabras. Estaba demasiado ebrio. En lugar de voz, me subió un gusto amargo y caliente por la garganta que salió disparado sobre su cara redonda. Recordé a Linda Blair y pensé que Charlie era el mismisimo demonio.

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6 comentarios

Ceshire -

Vero
Have fun.

Ceshire -

Celestita Celestial
Disfruté muchoo, y aquí estoy, el continuará te lo dejo ya mismo. Que recién llegué, lo leí y no me satisfizo. Qué se le hace, lo dejo como quiera. Antes tengo que hacerle unos arreglitos. Niña mala y dulce, muchos besos.

Ceshire -

Yole,
En mis vacaciones no hilvano letras, es una lástima, escribo muy feo y en letra de molde, además me tardo en cantidad, entonces me canso, me quedo dormida y boto el papel; lo confieso, para escribir "jota" necesito la computadora, una verguenza. Pensamientos sí hilvano, pero para cuando pasan aduana ya los he olvidado o no me gustan, así está la cosa durante mis vacaciones.
Recibo tus saludos y te envío los míos,
Besos.

Celeste -

Hola! espero que estés disfrutando mucho tus vacaciones y bueno, también espero que vuelvas estoy muy intrigada con el "continuará" de estos cuentos.

Saludos celestes...

vero martinez -

ey! see you!!

yole -

¿Como van esas vacaciones? ¿Hilvanando nuevas letras?

Saluditos desde acá.