Triángulos: Pepe desde la noche
Nota:
Esta es la última parte de una serie de tres cuentos cortos (estaba perdida, y finalmente la encontré) titulada: Triángulos. Las otras dos partes (María desde María, y Pilar desde la ventana) están guardadas bajo el tema: Mis cuentos.
La noche le cayó pesada, como un aplastante yunque encimando todos sus miembros; le cayó de golpe, dura, con el insolente cri cri de los grillos como música de fondo; le llegó como un muerto: terrible, grávido, eterno, ineludible, silencioso; sobre todo esto último: silencioso. Con forma de sábana enroscada en su cuello, asfixiante. Le llegó a destiempo, sin darle tiempo... y aquel aire circulando de los abanicos era de todo menos oxígeno: era iones cargados unos contra otros, recargados, jodidos de smog, rejodidos: aquello era polen, era ácaros, era pelusa, era polvo, era dióxido y plomo, pero no, aquél aire que penetraba sus pulmones como una masa abstracta y caliente no era oxígeno. Y esa humedad aglutinada en su espalda, era insomnio, era calor, era sebo con tentáculos de pulpo succionándole la piel, era acritud, era sal oxidándole la vida, no era sudor. Y la lentitud del dial del reloj, lo incómodo de la cama, la arena bajo los pies, el decrépito sarcasmo de su gesto despierto: era ganas, era ansiedad, era extrañar, era playa cuando se quiere ciudad. Y la mujer acostada a su lado: era María, era una cabellera larga color azabache, era su mejor amiga, a veces, un poco su madre, era veinte años de compañía, era costumbre tempestuosa, era seguridad, era miedo, era culpa, era amante, era María, María Mendoza, Maricositalinda de Pepe, María adorada, siempre María... pero no, no era Pilar. Por eso, la noche de hoy, le caía como un yunque.
2 comentarios
Ceshire -
Gracias, pero, ¿por qué?
Te extiendo la mano -Hola, soy Sandra, encantada de conocerte.
mikel -